Esos pequeños placeres...
Una cosa que me gusta mucho es ir a la peluquería.
Bueno, realmente lo que más me gusta es el momento del lavado del cabello porque, al menos en la peluquería a la que yo voy, la chama masajea el cuero cabelludo sin maltratar y la verdad es full relajante. Si hubiera una forma de poner como un cojincito en el cuello para que el borde del “lavacabezas” no maltrate, podría pasar horas ahí.
Luego viene el secado y peinado, que también lo disfruto porque mi peluquera no me hala el cabello ni me calcina el coco con el secador (me ha pasado en otros sitios).
Realmente yo no soy mucho de ponerme a conversar con ella mientras me peina. Digamos que sólo lo básico: cómo está su niño, cómo está La Princesa, qué tal el trabajo, “tienes que retocarte las mechas”…pero no más de eso. Y no por ser odiosa ni nada sino que me gusta disfrutar ese ratico que siento que es uno de los pocos verdaderamente míos, para mí.
Así que me pongo mi Ipod con la musiquita que me gusta y me dejo peinar y secar y leo revistas de chismes (es el único momento en que lo hago…ah! Y en los consultorios médicos jejejeje) y me relajo y trato de no pensar en el trabajo ni en la tesis, sino que me limito a ver el vestido que tenía Doña Leticia en la cena de cumpleaños de su suegro y a leer que la Infanta noséqué se está divorciando del esposo y que según la última Cosmo, las oficinas tienen un signo zodiacal y por eso a veces uno en el trabajo se siente “fuera de su elemento” jajajajaja
Creo que pequeños placeres como éste, quizás simples pero valiosos, hacen que esta loquetera de vida que uno lleva se detenga por un instante y de una u otra forma recuperar ánimos para seguir.
Además, no hay momento más glamoroso que cuando una sale de la peluquería recién peinadita!!! Qué J-Lo ni qué Jessica Alba ni qué nada!!! Díganlo ahí chicas!! jajajajaja
Bueno, realmente lo que más me gusta es el momento del lavado del cabello porque, al menos en la peluquería a la que yo voy, la chama masajea el cuero cabelludo sin maltratar y la verdad es full relajante. Si hubiera una forma de poner como un cojincito en el cuello para que el borde del “lavacabezas” no maltrate, podría pasar horas ahí.
Luego viene el secado y peinado, que también lo disfruto porque mi peluquera no me hala el cabello ni me calcina el coco con el secador (me ha pasado en otros sitios).
Realmente yo no soy mucho de ponerme a conversar con ella mientras me peina. Digamos que sólo lo básico: cómo está su niño, cómo está La Princesa, qué tal el trabajo, “tienes que retocarte las mechas”…pero no más de eso. Y no por ser odiosa ni nada sino que me gusta disfrutar ese ratico que siento que es uno de los pocos verdaderamente míos, para mí.
Así que me pongo mi Ipod con la musiquita que me gusta y me dejo peinar y secar y leo revistas de chismes (es el único momento en que lo hago…ah! Y en los consultorios médicos jejejeje) y me relajo y trato de no pensar en el trabajo ni en la tesis, sino que me limito a ver el vestido que tenía Doña Leticia en la cena de cumpleaños de su suegro y a leer que la Infanta noséqué se está divorciando del esposo y que según la última Cosmo, las oficinas tienen un signo zodiacal y por eso a veces uno en el trabajo se siente “fuera de su elemento” jajajajaja
Creo que pequeños placeres como éste, quizás simples pero valiosos, hacen que esta loquetera de vida que uno lleva se detenga por un instante y de una u otra forma recuperar ánimos para seguir.
Además, no hay momento más glamoroso que cuando una sale de la peluquería recién peinadita!!! Qué J-Lo ni qué Jessica Alba ni qué nada!!! Díganlo ahí chicas!! jajajajaja
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