Mi infancia sabe a la avena calentita que me preparaba mi abuela en las mañanas, a su fororo; a sus arepitas calientes con mantequilla remojadas en leche, a sus caraotas que son las mejores del mundo, a la sopita de pollo que me hacía cuando tenía gripe, a las galletas María y malta que me daba para merendar, a sus catalinas que no parecían catalinas porque son blaquitas pero saben a gloria, a sus hallacas que digan lo que digan no discuto más: son las mejores y ya, al suero y a la crema de leche que prepara mi abuelo, a ese "puñito" de esto y de aquello que le pone a las comidas y que nunca aprendí a descifrar.
Mi adolescencia sabe a la crema de auyama que preparaba mi mamá, a los bollitos con mantequilla y diablito que nos daba de cenar, a los vegetales que me hacía comer y tanto detestaba y que ahora son parte casi exclusiva de mi dieta, a los jarabes para engordar que me daba "porque esta niña está baja de peso" y cuya retroactividad desconocíamos porque decidieron hacer efecto todos juntos 20 años después, al pescadito frito que le quedaba mundial, a los sanduchitos de jamón y queso que me mandaba en la lonchera para el colegio, a helados de Crema Paraíso, a la crema de arroz que le preparaban a la hermana mediana y yo siempre me tomaba el fondito que quedaba en la licuadora, a las compotas de sopa que le daban y que me encantaban, a las galletas con leche condensada que le preparaba para merendar, a carne con arroz que era lo único que comía la hermana menor y la señora de servicio lo preparaba para no enfrentarse a su furia, a la crema de espárragos que preparaba mi mamá en la finca porque era lo más rápido y práctico, a las tortas que nos prepara en nuestros cumpleaños que son sencillísimas pero que de tanto amor quedan esponjositas, a la tortilla de sardinas que preparaba mi papá de desayuno los fines de semana, a su pasta, a ese "vamos a prepararlo así a ver como sale" y que resultaba mejor que la receta original.
Mi adultez sabe a un arroz con "varias cosas" que prepara mi esposito desde que éramos novios y que a mí jamás me ha quedado igual aunque le ponga las mismas "varias cosas", a las recetas que se inventa para nuestras cenas navideñas y de fin de año, a sus chuleticas con vegetales y una salsa de quien sabe qué pero que no he probado nunca en ningún otro lado, al tetero de la princesa que probaba antes de dárselo para saber que no estaba demasiado caliente, a las sopitas de lagarto que el pediatra me mandó a darle y que por razones que desconozco la de ella siempre sabía mejor que la que preparaba para nosotros, a las galleticas dulces que le compraba cuando aún no tenía dientes y que en vez de masticar las baboseaba hasta deshacerlas, al Nestea que prepara La Princesa que le queda mundial, al Toddy que se toma a veces y del cual siempre le robo un poquito, al pasticho que hago a veces, al pabellón que preparo cuando la hermana mediana viene por estas tierras, a nuestras comidas de cada cumpleaños, ascenso, semestre aprobado, cada vez que la princesa pasa de grado o saca "A" en un exámen, en fin, con cualquier excusa.
Creo que en general mi vida sabe a familia y ese es el mejor sabor de todos no?